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Bueno os contare lo que pasó la noche que fuimos invitados a cenar en casa de Ana y Mario su esposo después de la fiesta de disfraces.
Mi mujer se vistió muy hermosa esa noche, como siempre, con una falda semitransparente corta, una blusa transparente con la espalda abierta a juego que dejaba entrever parte de sus pechos y el sujetador blanco de encaje que llevaba por debajo de encaje y un zapato de tacón alto. Le quedaba muy sexy todo.
Cuando íbamos en el coche se me ocurrió un juego para Vero, debía estar esa noche sin tanguita. Se lo dije y accedió a quitárselas. Se subió un poco la falda y se quitó la tanga que llevaba puesta y me la metió en el bolsillo de la chaqueta.
Pude echar un vistazo rápido a su lindo y hermoso coñito que durante unos segundos quedó a la vista y comencé a excitarme.
Llegamos a la casa y nuestros amigos nos estaban esperando con la mesa servida. Ana estaba preciosa, tiene algo que siempre me ha atraído aunque sea completamente lo contrario de mi mujer. No tiene grandes tetas pero sí un bonito culito. Es muy simpática y sus tetitas están siempre mirando hacia arriba.
Nos dimos los correspondientes besos y nos dispusimos a cenar.
Durante la cena no pasó nada, excepto que el vinito empezó a hacer efecto, se notaba en las risas de Vero y Ana. Yo estaba más caliente que un volcán pensando en que mi mujercita no llevaba puesta su tanguita y estaba loco por terminar la cena y ver lo que presentaba la noche.
Después de cenar seguimos tomando unas copas y el nivel de alcohol por ese entonces era muy elevado en los cuatro.
Ana me pidió fuego y le dije que buscara en los bolsillos de la chaqueta y aquello fue el origen de todo.
Al buscar encontró la tanga que se había quitado Vero y cuando la sacó sosteniéndola con dos dedos, tanto mi mujer como yo nos quedamos algo cortados y no sabíamos qué decir.
Ella, pícara, me increpó y me preguntó si era un trofeo de guerra a lo que Vero contestó que era de ella.
Ana entonces dijo que lo suponía y por qué no las llevaba puestas. Como mi mujer le dijo que las llevaba de repuesto su amiga rápidamente se le acercó y levantándole la corta falda que tenía puesta la dejo al descubierto de que no llevaba nada y nos reímos.
Le preguntó a Vero si toda la cena había estado sin ellas y al asentir con la cabeza, dijo que ella no quería estar en desventaja y procedió a levantarse su falda y quitarse también sus braguitas.
No pude ver nada pero esa imagen quedó grabada en mí para siempre.
Aquello no podía ser verdad.
Mario el hombre de Ana y yo nos miramos mutuamente. Nadie dijo nada hasta que nuestro amigo dirigiéndose a su esposa medio en broma le pidió que, ya que se había sacado la braguita se quitará también el corpiño y provocaba realmente a todos, como lo hacía con él cuando estaban solos.
Claro –contestó ella- y ustedes mientras siguen mirando. Solo me quitaré la ropa si todos lo hacemos.
Al oír aquello mi mente comenzó a funcionar a mil por hora, tenía que sacar provecho de la situación y con voz pausada me dirigí a los tres:
-Les propongo un juego, dije, un juego de cartas. El que tenga la más alta le quita una prenda al que tenga la carta más baja.
Hubo un pequeño silencio, Vero me miraba con sonrisa cómplice y nuestros amigos cruzaron sus miradas.
Nos sentamos en el sofá. Las chicas estaban muy excitadas y además tenían pocas prendas y vero no llevaba el tanga, como ya sabemos, y en igual de condiciones estaba Ana.
En menos de cinco minutos Ana había perdido los zapatos y la blusa, fue una delicia para mí desabotonársela. Lo hice lentamente y mis torpes dedos hacían que aquello durara más de la cuenta.
Mario estaba con el torso desnudo, pero conservaba los pantalones. Yo en cambio solo tenía puestos los bóxer.
Hasta ese momento todo había ido bien, nos habíamos reído y disfrutado del momento.
Ana volvió a perder a manos mías, le dije que se pusiera de pie, quería que fuera toda una ceremonia.
Me puse detrás de ella y le desabroché el cierre del corpiño. Antes de soltárselo le pedí que juntara los brazos al cuerpo para evitar que cayera al piso. Con ambas manos sujeté el corpiño por encima de las tetas. Nadie dijo nada en contra, por lo que me recreé con ello. Después de unos segundos de manoseo le pedí que pusiera sus manos detrás de la cabeza. Esto siempre lo hago con Vero para que sus tetas se muestren desafiantes ante mí. Una vez que tuvo sus manos detrás de la cabeza separé las mías de sus pechos y el corpiño las acompañó en el movimiento, mostrando ante mí ese par de tetas que tanto miraba.
Sus pezones estaban duros como rocas y miraban hacia arriba, desafiantes.
Ana bajó los brazos y nos sentamos. Cuando lo hice pude comprobar como mi verga había reaccionado y tenía una gran erección. Aunque era un poco embarazoso no me preocupé por ello, es más me gustó mostrarme así delante de las mujeres, sobre todo de Ana.
Mario por su parte pareció no darle importancia a que yo le hubiera sobado las tetas a su mujer, aunque fuera por arriba del corpiño y Vero seguía con esa sonrisa mezcla de excitación y complicidad.
La siguiente mano la perdí yo y ganó mi mujer. Hubiera preferido que fuera Ana, pero bueno que le vamos hacer, me levanté y me puse a su lado. Ella sin levantarse y sin cortarse lo más mínimo tiro de mi bóxer hacia abajo y mi pija saltó delante de su cara. Inmediatamente mi mujer se la llevó a la boca, le dio un par de lengüetazos, me tocó los huevos y me dijo que tenía bastante por ahora.
Mi verga parecía que iba a reventar. Cuando me dirigía a mi sitio comprobé que los ojos de Ana estaban posados en ella. Aquello me gustó. Miré a Mario que estaba embobado con Vero y aquella fue la ocasión propicia para mis planes y decidí jugármela.
-Con tu permiso, le dije a Mario y me puse al lado de Ana.
Mi polla quedaba a la altura de su cabeza, ella giró y no lo dudó, agarró mi erecta polla con una mano y empezó a acariciarla. Era genial, Vero y Mario miraban la escena perplejos y excitados, sin decir nada.
Ana entonces la agarró firmemente y la dirigió a su boca. Aquello fue maravilloso, la dejé que fuera ella quien marcara el ritmo. Lo hacía muy bien.
Entonces se me ocurrió otra idea. Le hice un gesto a mi mujer para que se acercara y mientras Ana continuaba con su mamada la coloqué a mi mujer de espaldas, frente a Mario. La fui desnudando lentamente quitándole las pocas prendas que le quedaban. Cuando le enseñe sus tetas a nuestro amigo éste no aguantó más y sacando su verga comenzó a masturbarse delante de nosotros.
Ana seguía chupando magistralmente. Vero que estaba muy excitada también se dejaba hacer.
Estaba a punto de correrme y decidí que era el momento de conocer un poco más la anatomía de Ana así que la hice ponerse de pie y le quité su falda. Al caerse al suelo me mostró su preciosa conchita y yo ya no daba más.
No quería dejar pasar el tiempo y la puse contra el sillón donde apoyó sus manos en uno de los lados. Me ofreció su nidito y se la metí de un solo empujón. Empezó a gemir y rompió el silencio. Vi como Mario dejó de prestar atención a Vero y miraba como yo me cogía a su mujer, así que decidí darle algo más a él también. Desnudé por completo a Vero y su maravillo cuerpo comenzó a atraerlo nuevamente. Completamente excitado se acercó a ella, quien se puso de rodillas delante suyo y empezó a mamársela como solo ella sabe hacerlo.
Mientras yo no me podía aguantar más y creo que Ana se había corrido ya, pero me daba igual y eyaculé dentro de su húmedo y empapado coñito y permanecí dentro moviéndome despacio y disfrutando del momento. Veía aquél culo que por fin era mío y no lo podía creer.
Entonces volví a la realidad. No me había fijado que Mario se estaba divirtiendo con Vero. Cuando lo vi detrás de ella clavándosela hasta el fondo me dieron ganas de agarrarla muy fuerte y ayudar a Mario en su dulce tarea, pero aquella imagen hizo que mi pija volviera a reaccionar y no lo dudé. La saqué del coñito de Ana y sin tiempo a dejarla reaccionar se la metí directamente en el culito, sin preámbulos.
Sin duda era virgen por aquel agujero y costó que entrara, pero entró y se abrió camino por aquel angosto canal hasta que sus gritos de dolor se convirtieron en gritos de placer.
Entonces empecé a darle azotes en el culo con la palma de mi mano y aquello pareció excitarla más. Empezó a decir groserías que solo conseguían que mi polla la penetrara más salvajemente, aunque sin duda era lo que ella estaba buscando.
Me olvidé por completo de Vero y Mario aunque por ratos podía ver como Vero gemía y suspiraba de placer y me dediqué a follarme de todas las maneras posibles a mi amiga Ana. Probamos todas las posturas que ella y yo conocíamos y terminamos en la cocina del dúplex con ella tumbada sobre la mesa y chorreando semen por el culo.
Aquella noche cuando nos despedimos prometimos cenar más seguido juntos, ya iré contando más de nuestras vidas, un beso a todos los lectores y no olviden comentar, muchas gracias.