Relato porno Trío con el cubano. xxx

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Trío con el cubano.

Categoría: Confesiones Comentarios: 0 Visto: 8199 veces

Ajustar texto: + - Publicado el 15/08/2016, por: Victor

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Hola, me llamo Víctor y tengo diez y nueve. Quiero contarles algo que ocurrió hace dos años, es ese entonces tenía seis meses de andar con mi novia Jenny, quien es un año menor que yo. Nos poníamos bien calientes entre besos y manoseadas, nuestros cuerpos ya querían llegar a más. Hablando con ella al respecto llegamos a la conclusión de que ambos sabríamos cuando llegara el momento. La verdad, yo no dejaba de imaginar a Jenny y su piel morena, y su pelo negro lustroso y lacio arrodillada frente a mí, comiéndose con aquella boquita pequeña y deliciosa toda mi verga. Una vez nos quedamos solos en mi casa y aproveché para ver con ella una película porno. En ella, un negro con una tranca impresionante era cabalgado por una hermosa rubia muy delgada, la rubia subía y bajaba apoyando sus manos en el pecho del moreno, gozando como loca y vuelta un pistón humano. No pude dejar de mirar que Jenny estaba muy excitada, aquella escena la tenía al cien y me dijo que alguna vez le encantaría comprobar por ella misma si los negros las tenían así de grandes y sabrosas, le pregunté si dejaría que un negro la poseyera y ella sin dudar me contestó que adoraría ser hembra de cualquier negro que tuviera un aparato tan descomunal. Aquel comentario me puso todavía más arrecho y recordé que en el gimnasio que quedaba a cuatro cuadras de mi casa había entrado a trabajar tres meses atrás un entrenador de color que parecía venir de Cuba. Era un tipo como de treinta años, musculoso, de rasgos delicados y con una personalidad muy seria. Así que le dije a Jenny que la retaba a que se tirara aquella misma tarde al cubano, le hablé de él y le dije que incluso yo estaba dispuesto a ir a traérselo. Yo no creía que ella se fuera a atrever, más bien buscaba ponerla más caliente con aquellas ideas para poder yo aprovecharla de una buena vez, sin embargo estaba ella por lo visto tan caliente que con un brillo en los ojos me preguntó si a mí no me importaría, si no me molestaría que alguien más la desflorara o que pudiéramos hacer un trío. Le dije que me excitaba más que molestarme, y que además sabía que no iba a poder. -Tráemelo entonces, traeme al cubano y vas a ver si no me atrevo, ando bien mojada ya.
-No estés jugando, Jenny, no podrías.
Ella encendió un cigarro sonriendo, se recostó en mi cama y siguió viendo la película.
-Traelo, Víctor, tráemelo hasta la cama, aquí los espero.
Yo no podía creerlo, pero decidí jugarme el todo por el todo, la verdad es que estaba yo tan cachondo que ya no me importaba que ella fuera mía al mismo tiempo que de otro. Así que la besé suavemente en los labios acariciando su rostro y le dije que no me tardaba, ella seguía sonriendo pícaramente cuando me alejé.
Una vez en el gimnasio no fue difícil dar con el cubano, andaba acarreando algunas pesas en la parte trasera, me armé de valor, ¿qué podía perder? Llegue con él y me presenté, estaba yo muy nervioso y tartamudeaba, en el último momento me impresionó la fuerza de su personalidad, su seriedad. Torpemente le hablé con la verdad, le dije del reto que habíamos hecho Jenny y yo después de estar viendo la película xxx, le dije que ella estaba muy mojada y excitada y que se había quedado esperando a que yo se lo llevara para entregarse a él, que la ponía mucho el deseo de darse a un negro. Aquel cubano me traspasaba con la mirada, siempre parecía estar enojado. Ya de cerca sus rasgos eran menos delicados de lo que pensaba, pero eso le daba más varonilidad. Me miró de arriba a abajo.
-Espérame en la esquina, voy a cambiarme.
No tardó más de diez minutos, pude notar que había tomado un baño rápido. Me dijo que se llamaba Reynaldo y me aseguró que me arrepentiría si aquello era una broma. Le dije que no lo era, y que estaba sorprendido porque no pensé que él fuera a aceptar. Me preguntó si me imaginaba lo caliente que se ponía un entrenador como él viendo tanta gente y tantos cuerpos en un gimnasio. Luego me preguntó si Jenny tenía mi edad y si estaba buena, también quiso saber si yo iba a estar presente y a ser parte del plan. Le dije que ella era un poco más chica que yo y que estaba muy rica. También le aclaré que suponía que ella querría que se la empezara a tirar mientras yo veía y que ya después yo también podría acoplarme.
-¿Entonces tú también tienes ganas? Preguntó con su marcado acento.
-Tanto o más que ella.
Cuando llegamos a mi casa sentí un hueco grande en mi estómago, pero ni modo de echarme para atrás, tenía que llegar hasta las últimas consecuencias esperando gozar del placer de ver a mi novia con un tipo negro y mayor y de poder poseerla yo mismo por fin. Ella nos esperaba bajo las sábanas, había vuelto a poner otra vez la película, en la pantalla dos mujeres orientales se hacían un desesperado sesenta y nueve y gemían de forma muy suave. Reynaldo desnudó su torso y descorrió las sábanas, mi novia sólo se había dejado su ropa interior. Se veía hermosa, noté que estaba sumamente nerviosa, impresionada por la personalidad y la diferencia de edad con ese hombre. Debe haberse sentido muy niña y pequeña, buscó mi mirada y entonces vi que más allá de todo seguía muy puesta a continuar. Me senté en una silla que estaba a unos pies de la cama dispuesto a esperar mi momento para participar, aquel espectáculo me tenía hipnotizado. El pasó la yema de su pulgar derecho por la boca de Jenny, quien sonrió nerviosa.
-Así que tienes ganas de probar verga negra. Yo me llamo Rey, a tus órdenes.
Ella respondió empezando a chupar aquel pulgar, cerraba sus ojos y lo metía y sacaba de su boca. Sin sacarle el dedo, Reynaldo la jaló para ayudarla a ponerse de pie y revisó su cuerpo.
-Qué sabrosa estás, qué buen culo tienes, dan ganas de darte tus buenas ensartadas.
Dijo mientras con una mano magreaba el trasero de mi novia.
-Jenny y yo sólo nos hemos cachondeado, aún no ha cogido con nadie.
Dije notando que mi novia seguía chupando el pulgar de Rey con los ojos cerrados.
-¿Tú también eres virgen?
Volteó él a verme, yo asentí con la cabeza. Sacó el pulgar de la boca de ella y se sentó en la cama.
-Dime, Jenny, ¿quieres ser mi hembra en esta cama?, ¿quieres probar verga de negro y ver cómo te culea?
Jenny sonrió aún muy nerviosa abriendo los ojos.
-Estoy muy cachonda…
-Te pregunté si quieres verga negra.
-Ay, jajaja… Perdón, Rey, jajaja.
Reynaldo la puso de pie frente a él y acarició su mejilla y sus cabellos.
-¿Quieres probar verga de negro, chica?
-Jajaja… sí… jajaja.
Respondió ella con timidez, no dejaba de reír por los nervios. Reynaldo le dio una pequeña bofetada muy suave, en actitud de padre, de maestro.
-Deja de reirte, quiero que me la pidas, la próxima galleta va a ser más fuerte.
Jenny, se puso muy seria por el regaño, lo cierto es que aquello sirvió, ya que la puso más caliente, se arrodilló frente a él y se le quedó viendo fijo a aquel bulto largo que se destacaba en su pantalón.
-Quiero probar verga ya… dame verga negra, por favor. Quiero ser tuya a tu placer.
-Así está mejor, chica, que seas una buena golfita obediente.
Reynaldo se levantó y se quitó el pantalón, su cuerpo musculoso de un negro achocolatado mostraba un  pene increíblemente tieso y circunciso que se curvaba un poco hacia arriba, aunque para nada tan grande como en las películas. Jenny tuvo aquello frente a ella y sus ojos empezaron a brillar.
-Ahora va a lamerla toda, para que pruebes su sabor. Lamerla con tu lengua por todos lados como a una paleta, despacio, de la raíz a la punta.
Ni tarda ni perezosa, mi Jenni cerró sus ojos y sacó su lengua, tomó la punta de la verga de Rey entre ambas palmas para levantarla y empezó a lamer con gula. Su lengua era una brocha que repasaba una y otra vez aquella columna por todos lados, Reynaldo la observaba sonriendo, disfrutando de aquella zafia lengua.
-¡Mmmhhh…! ¡Qué rica verga!
Escuché decir a la puta de mi novia, vaya que se había atrevido a ganar el reto, y vaya que lo estaba gozando. Reynaldo se levantó con una mano más el pene y con la otra llevó la cabeza de Jenni más abajo, ella sonrió comprendiendo lo que él quería y empezó gustosa a chuparle y a lamerle a él también los huevos. Se metía aquellas negras bolsas en la boca y las deslizaba con hambre entre los labios, les daba lengua del nacimiento del escroto a la raíz del pene, se la escuchaba gemir.
-Ahmmmm… Yommmm…
-Qué rico me chupas el huevo, chica, se ve que te gusta. Creo que ya es tiempo que te empieces a comer toda mi verga negra.
Jenny tomó a Reynaldo de la cadera con ambas manos y empezó a hundirse aquella dura tranca hasta la garganta.
-¡Qué rico palo me estoy comiendo! Quiero que me lo des toda la vida, papacito chulo… ¡Yaaammmmhhh!
Yo estaba electrizado ante esa escena, ante el ruido de las mamadotas de Jenny, ante lo puta que mi noviecita me había resultado, sentía que mi propio instrumento iba a estallarme. No voy a negar que estaba entre triste, molesto y celoso; pero mi calentura era más fuerte que todo. El cubano agarró en un puño el cabello de Jenny por detrás en una cola para manejar mejor sus movimientos, lengua y labios de mi novia pasaban de chupar huevo a lamer tranca y mamarla también. Reynaldo aprovechó entonces para introducir su arma hasta el fondo de su garganta, la pobre resistió la estocada unos segundos y luego siguió mamando con lascivia.
Después, él la detuvo y la ayudó a incorporarse, desnudándola por completo, abriéndose con su lengua paso en su boca. Fue un beso largo y cachondo, él dejaba de pronto su lengua por fuera para que ella la estuviera mamando, al mismo tiempo le sobaba muy suave la punta del palo en su rajita.
-Ya dame verga, Rey, tengo bien mojada la panocha, papo. Ya dale a mi conchita, ¿sí? Me tienes malita de lo arrecha que me pones.
Reynaldo hundió dos dedos en aquella raja caliente y los sacó todos mojados de los jugos de mi novia, ella pegó un suspiro como esperando que se la siguiese dedeando, pero lo que hizo él fue meterle los dedos en la boca, para que ella probara su sabor.
-Mira qué rica sabe la chocha de mi putita.
Le dijo y Jenny lamió golosa sus propios líquidos.
-¡Mmmhhh…! Me gusta más el sabor de tu verga, Rey. Ya quiero pito.
De un empujón Reynaldo la puso a gatas en la cama y se colocó por detrás, dirigió su tranca hacia aquella raja caliente y empezó a introducírsela muy despacio. La sacaba hasta la punta y luego la volvía a meter hasta la raíz lento, para que ella pudiera gozar de su envergadura. Jenny dejaba escapar suspiros de placer entregándose toda a aquella negra lanza.
-Cógeme duro, Rey, ábreme en canal con esa verga divina, hazme sentir que me vuelvo su puta. ¡Aagghh… Ayyy!
Los ojos del cubano eran pura lujuria, agarró a Jenny por los hombros para empezar a impulsarse con furia, luego bajó una mano para dedearle a mi novia el clítoris con rapidez.
-Así, putita, date con pasión a mi ariete.
El cabello de Jenny le caía de lado en su hombro, pero ella giró en un rápido movimiento la cabeza para que le cayera sobre la espalda en salvaje cascada, volteaba de vez en cuando para ver cómo se la culeaba aquel negro musculoso, impulsando con gula su cuerpo hacia atrás al encuentro de aquel trozo de carne.
-¡Eres un Dios! ¡Aagghhh….! ¡Qué delicia ser la hembra de ese sabroso chafalote que tienes! ¡Aayyyy, papitoooo!
Reynaldo se la clavaba y le daba dedo cada vez más deprisa, ambos gritaban y gemían como animales, al ritmo de esa cogida podían escucharse los huevos del negro golpeando las nalgas de mi novia. De pronto ella tuvo un rico orgasmo, la electricidad la recorrió toda arqueando su cuerpo, se desplomó en la cama, ahíta de verga.
-Ahora vas a probar lo que toda buena puta ha probado, a darse a dos vergas al mismo tiempo. Vamos a ver si tu noviecito sabe satisfacerte.
Le dijo Reynaldo parado frente a ella y haciéndola otra vez ponerse en cuatro. Jenny le sonrió pasándose provocativa la lengua por los labios. En seguida él le agarró un mechón de pelo a cada lado de la cabeza y, como si llevara una rienda, se la dejó ir por la boquita poniéndola de nuevo a mamar. Yo no podía más, me hinqué atrás de ella y empecé a metérsela despacio mientras le acariciaba las tetas. Qué caliente y húmeda se sentía su raja, así se la había dejado él, una oleada de placer me recorrió del pene a todo el cuerpo.
-Ayyy, amor, nuca imaginé que fueras tan zorra y cachonda, cómo te encanta el pito.
Reynaldo se retiró de la boca de Jenny diciendo que quería observar un rato, su verga lucía increíblemente tiesa y enhiesta, ella le reclamó gimiendo con voz infantil.
-¿No vas a darle su lechita a tu nena, Rey? Jajaja… Quiero tomar leche de negro… Aahh…
-Calma, mi niña hoy te voy a dar toda mi leche para que la tomes.
Vi de reojo cómo Reynaldo sacaba discretamente de su pantalón un condón y se lo colocaba, luego tomó una buena cantidad de crema humectante de mi buró y se lo embarró en el miembro. Yo seguía clavándome a Jenny que daba gusto, los dos jadeábamos cuando ella dijo:
-Quiero que me cojas igual de rico que Rey, dame verga duro, así me gusta, así me pongo arrecha.
Aquello me puso a mil, me incliné hacia adelante para agarrarla de los hombros y empezarle a dar como lo pedía. Entonces sentí la vara del negro llena de crema abriéndose paso en mi ano, voltee la cara sorprendido y él me hizo señas con el dedo para que me valdrá callara, era obvio que no quería que ella se diera cuenta de lo que pasaba, acercó su boca a mi oído y escuché su voz ronca.
-Verás cómo te gusta también ser mi perra. Siguió introduciéndome la reata tratando de seguir el ritmo de mis empellones cogiéndome a Jenny. Yo sentí que mi propio miembro de ponía más duro y aflojé sin darme cuenta la tensión para permitir que Reynaldo me ocupara por entero. Los tres nos movíamos al mismo compás, el negro me tenía bien agarrado de la cadera para estoquearme y yo me impulsaba en Jenny tomándola de los hombros. En algún momento voltee la cara y reposé mi cabeza en el hombro del cubano, quien aprovechó para besarme y dejar su lengua afuera para que yo la chupara, ¡como lo había hecho con ella! Yo chupé con hambre aquella serpiente mojada y pequeña, sorprendido de toda la lujuria que estaba sintiendo. Me impulsaba con fuerza al mismo tiempo para culear a mi novia y para seguir siendo ensartado por él, algo delicioso. Era yo hembra por detrás y macho por delante. Entonces Reynaldo empezó a picarle el culo a Jenny con un dedo, aclaro que nuestros movimientos seguían siendo rápidos y fuertes, mi novia gemía y gritaba hacía ya un rato. Cuando ya el dedo del cubano estaba todo adentro volteó ella y comprendió lo que pasaba, aún así siguió impulsándose al encuentro de la verga y el dedo.
-Mira, chica, parece que también a tu noviecito le gusta ser culeado por este negro. ¿Verdad que te gusta que te haga mi perra, Víctor?
-Sí, mi Rey, quiero ser tu perra también siempre que lo desees… Aagghh… Siento ese pito duro hasta la garganta. Mi culito es tuyo, Rey, para que lo goces cuando quieras, qué rico me sodomisas… Hhhmm… Aarrrgghhh…
-Nos tienes a tu merced, Rey… -Mmhhh… Siento que tu rica tranca me coge a través de Víctor a mí… Mmhhaaa…
Jenny se hincó sin soltar mi miembro y pegó su cuerpo al mío, pude sentir su espalda en mi pecho cuando reclinó su cabeza en mi hombro para besar y chupar la lengua de Rey. Yo podía ver el contraste de nuestras pieles acoplándose, negro, blanco y morena, podía sentir el cuerpo musculoso de aquel Dios de ébano en mi espalda, lo cual me hacía sentir su hembra, era la locura.
-¡Voy a estallar!
Gruñó gritando Rey en medio de nuestros jadeos, rápidamente se salió de mí y quitándose el condón se apresuró a darle la vuelta a la cama, en donde ya la zorra de mi novia lo esperaba golosa, le agarró fuertemente la cabeza para obligarla a tragar y se impulsó con fuerza en su boca. Sentí un poco de curiosidad y envidia pero me apresuré a hacer más violentas mis embestidas y a frotar con lujuria el clítoris de Jenny. No tardó el negro en vaciarse en la garganta de mi puta, quien tragó la mayor parte y se apresuró a incorporarse un poco para compartir un poco de aquel semen de negro que se le escurría por las comisuras con un beso. La besé con gula y probé ese liquido caliente, salado y viscoso, me pareció un manjar delicioso. Jenny volvió a su posición para lengüetear aquella vara aún tiesa.
_ Ya puedo decir que he probado leche de negro, qué rica es, Rey, qué ricos mecos me echaste, me los comí casi todos. Qué ganas de mamar ese varejón hasta dejarlo seco por completo.
Al escuchar a Jenny diciendo aquello no aguanté más y una luz cegadora me hizo venirme todo dentro de su panocha. Casi al mismo tiempo Jenny volvió a desplomarse en un orgasmo pegando un fuerte gruñido, a causa de mi cogida y de la masturbada que le hice. Reynaldo se vistió y antes de salir nos dijo que la próxima vez traería con el a otros dos cubanos con los cuáles compartía depa. Le sonreímos y nos quedamos echados y abrazados en esa cama llena de fluidos corporales.

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