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Las visitas incómodas pueden resultar en experiencias interesantes y las cosas coinciden cuando no se espera. Mi cuñada tuvo que venir a la ciudad por una entrevista y mi esposa viajaba por trabajo, me comisionó a «cuidar» a su hermanita.
Cuando llegó el saludo no fue de lo más emocionante, subimos al carro y le serví de chofer para que llegará a su cita. Cuando terminó por cortesía le invité a comer y a tomar algo. Interesantemente la tarde transcurrió mucho más agradable de lo que pensé.
Al llegar la noche nos encontrabamos entonados y regresamos a la casa con un par de botellas de vino. Al llegar las cosas comenzaron a ponerse sueltas, sin descaro miraba sus grandes y redondas tetas, ella solo se acomodaba para que pueda ver mejor.
En un ataque de franqueza le conté que me parecía muy sexy y que su escote está por demás provocativo. Ella con una sonrisa pícara se bajo la blusa y me mostró un brazier de lindo encaje, yo solo me acerqué y la empecé a acariciar, sin darme cuenta le estaba comiendo las tetas y acariciando de manera salvaje.
Ella se desnudó completamente, cuando yo iba a hacer lo mismo me detuvo y me dijo que debía aobdecerla, yo simplemente acepté. Se sentó con sus piernas abiertas y me invitó a un banquete delicioso, lo comí con voracidad y pasión, ella simplemente se dejó llevar y se corrío ahí mismo en mi boca sin darme aviso, yo lo saboreaba y disfrutaba.
Cuando hubo terminado se levanto y me confesó que no podiamos tener nada porque eramos cuñados. Yo me sentí frustrado y no supé que decir. Ella se mordío los labios y me sonrío maliciosamente, se acercó a mi oido y me dijo que la espere desnudo en mi cama. Yo literalmente volé a mi cuarto.
En la cama recostado la esperaba con ansías, cuando llegó estaba solamente con la lencería que traía en un inicio. Se acercó y sin preguntas comenzó a lamer mi verga, que para ese momento está a tope. Me hizo terminar de manera violenta y sin sacar mi miembro de su boca, me miraba con esos ojos de pecado que me excitaban aún más. Se levantó sin derramar una sola gota y me dijó que por ese día estuvo bien, que mañana sería otro día.
Cuando se despidio solo me sonrío y felicitó a su hermana por tener un hombre tan obediente.