Relato porno La casada mojigata despierta xxx

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La casada mojigata despierta

Categoría: Infidelidad Comentarios: 0 Visto: 34636 veces

Ajustar texto: + - Publicado el 30/07/2019, por: Anonimo

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Hola, soy Carmen, voy a contarles algo que me ha sucedido recientemente.

Soy una mujer casada, de  52 años, me conservo muy bien, no estoy gordita como suelen estar mis amigas de mi edad y, según los hombres, estoy muy bien y muy guapa para mi edad.

Esto me sucedió el mes pasado, en verano.

Desde hacía unos meses mi marido había comenzado a tener problemas de disfunción eréctil; es decir, no se le ponía la polla en condiciones o duraba tiesa unos minutos.  Lo cierto es que estaba bien dotado, tenía un buen nabo que me había dado muchos momentos de placer; pero eso fue antes…

Yo he sido siempre una mujer muy mojigata en lo que al sexo se refiere, con decir que jamás me he masturbado en mi vida.  Cuando mi marido me llevaba la mano guiada con la suya a mi clítoris enseguida la retiraba.  No sé, no lo veía bien.

Así mismo las pocas ocasiones en que mi marido ha tenido ánimo para comerme el coño (no porque él no quisiera, es que yo le desanimaba) no me sentía a gusto y no disfrutaba, de modo que le decía, vamos al turrón, métemela ya.

Ahora con el problema de mi esposo echaba de menos su polla dura y grande…

A mí me gusta mucho bailar y, como mi marido está últimamente tan complaciente, tal vez para compensar su bajo rendimiento en la cama, me llevó de vacaciones a un Resort con un programa de animación completo, incluidas clases de bailes latinos, que me encantan.

El primer día de clase fuimos los dos y se presentaron una pareja, chica y chica, como nuestros monitores. La chica era mona y tenía un cuerpazo y el chico un mulatito caribeño, con ojos y pelos claros, que mediría unos 15 centímetros más que yo de alto y con un cuerpo de escándalo.

La clase fue muy divertida nos enseñó varias cosas y nos citó para la noche en la discoteca del hotel.

Yo, no sé si por la abstinencia, bueno claro que sí, por eso, estaba más salida que una perra en celo; pero, al igual que con el pajearme, no se me pasaba por la cabeza ser infiel a mi marido.  Lo que pasa es que soñar no es pecado y es gratis.

Yo creo que mi marido, que es bastante más liberal con el sexo, suponía que yo debería estar necesitada de polla, porque nada más llegar a la discoteca el monitor nos dijo que tratáramos de pasar un buen rato porque no iba a poder darnos la clase que pretendía, ya que su compañera había recibido la visita de unos familiares y no había podido venir.

En eso mi marido, luego pensándolo me he convencido de que intencionadamente, le dijo al monitor que diera la clase conmigo de pareja, que yo ya era una bailarina un poco avanzada y que él podía llevarme, que él prefería ir a la bolera a echar una partida a los bolos con otros turistas que habíamos conocido.

La cosa quedó así y cuando llegaron el resto de alumnos comenzó la clase en la pista de baile.

Casualmente para esa tarde-noche estaba programada la bachata y algunos otros ritmos calientes como lambida…  No os quiero contar como empezó la cosa, el muchachito, prácticamente me abrazó, según él para poder llevarme mejor y que le siguiera en los pasos.

Aquello comenzó a calentarse enseguida, cada poco me apretaba contra él y me restregaba su polla por mis piernas e ingles.  La notaba no flácida del todo y con la sensación de que allí escondía un boa constrictor o algo así.

Cuando finalizó la clase, todos estábamos empapados en sudor y el monitor (Mateo) me propuso tomar una piña colada en la parte del hotel que daba a la playa, que a esas horas estaba desierta. Yo no sabía decirle que no y con la calentura que llevaba entre las piernas del rebotar de su polla contra mí menos.

Estuvimos charlando de cosas personales durante un rato mientras nos tomamos 3 piñas coladas bien cargaditas y yo ya me relajé y cuando él hizo alusión a mi situación sentimental le dije que me llevaba muy bien con mi marido, que era muy buena gente y estaba a gusto; pero que los últimos meses tenía disfunción eréctil y yo estaba de celibato.

Cuando le conté eso, que conociéndome, lo mojigata que soy no sé cómo me atreví, bueno entre las copas y lo calentorra que me había puesto en la pista, que no atendía al baile, sólo me imaginaba escenas de sexo con él, fue entonces cuando comenzó a acariciarme la espalda, el cuello, subía su mano por mis piernas llegando casi hasta mis empapadas bragas… eso me volvía loca, es como si mi marido le hubiera revelado mis puntos débiles.

De pronto me tumbó sobre la hamaca en la que estábamos sentados, levantó suavemente mi falda y bajó su cara a mis bragas comenzando a lamerme el coño por encima de la braguita. Os he dicho ya que no me siento cómoda si me comen el coño? Pues yo estaba de maravilla, tanto que yo misma tiré de bragas abajo y me abrí de piernas para que Mateo metiese su lengua en mi vulva y fue lo que hizo al momento, comenzándome a comerme el coño como nunca me lo habían hecho (porque como no me dejaba…).  Qué cosa más rica, me lamía los labios , succionaba mi clítoris y, primero con un dedo, luego con dos, jugaba en la entrada de mi coño, presionando con las yemas de los dedos hacia mi monte de Venus y con los nudillos me restregaba la zona del perineo.   Yo no quería que eso terminase nunca; pero veía que era irremediable, que iba a explotar en cualquier momento en una corrida tremenda.

No quería que eso ocurriera porque deseaba su polla dentro de mí cuando llegase al orgasmo; ya que soy mujer de un solo orgasmo, nunca he tenido más de uno. Y no porque mi marido no lo quisiera intentar, sino por los del principio, mi mojigatería me impedía pensar en correrme una segunda vez…

Pero lo dicho, irremediable, estallé y me lié a dar vaivenes de pelvis con sus dedos cada vez más adentro de mi coño y a jadear a gritos pidiéndole más… más… más. Terminó metiéndome un dedo en el culo (algo inimaginable para mí) que aún sacó otras cuantas sacudidas a mi cuerpo…

Bueno, pensé, que me folle él y obtenga su recompensa o se la chupo y que se corra… Sí le chupé la polla, enorme, me dolían un poco las mandíbulas de abrir tanto la boca; pero se la succioné encantada para recompensarle el placer tan enorme que me había dado.   Estuve un buen rato comiéndole el nabo y parecía que aquello iba a estallar, tendría como un centímetro o más de diámetro que la polla de mi marido, dura como no recordaba haber tenido entre mis labios, ni los de arriba ni los de abajo y de longitud, puede que cinco ó seis centímetros más larga que la única polla que conocía, que ya rondaba los 19 ó 20 centímetros en sus mejores tiempos…

Yo me estaba poniendo otra vez como una moto.  Últimamente para hacer el amor en casa utilizábamos geles lubricantes porque yo tenía la vagina un poco seca; pero esa noche tenía el coño chorreando flujos como en mis tiempos jóvenes, entonces él me apartó su polla de mi boca, se tumbó en la hamaca boca arriba y me puso a horcajadas mirándole.  Yo estaba nerviosísima; pero aún más excitadísima.   Deseaba que introdujera en mi coño ese portento de miembro.   Me levantó ligeramente poniendo sus dos palmas de las manos una a cada lado de mi culo, a la vez que hacía presión con las manos abriéndome totalmente, puso la cabezota de su pene en mi vulva y me mantuvo largo tiempo sin dejarme caer, restregando su glande con mi clítoris y la entrada de mi coño.   Yo estaba un poco aterrada, recuerdo que follando con mi marido en los últimos tiempos, a pesar del lubricante, a veces me dolía un poco al penetrarme.  De modo que estaba más salida que una perra en celo; pero acojonada por lo que tremendo miembro me pudiera ocasionar…

Fue increíble, comenzó un ligero mete y saca, levantando y dejando caer mi culo sobre su polla en el que solamente me metía el enorme glande.   Llegado un momento en que ya no podía más de gusto y temiendo correrme otra vez sin probar su polla totalmente dentro de mí le rogué que me follara de una vez, que me la metiera ya…

Fue dejando caer mi culo lentamente, cerré los ojos esperando el dolor; pero este no apareció, tenía ya tan dilatado y lubricado el coño que su enorme polla negra fue introduciéndose hasta topar con los huevos.  Comenzamos un mete y saca infernal hasta que, yo misma me sorprendí con algo que a mi marido le había privado siempre:  me puse en cuclillas, él me ayudaba a sostenerme, y comencé, ahora yo sola un sube y baja en el que su polla salía completamente de mi coño y suavemente pero no muy despacio caía hasta sus huevos clavándomela hasta el útero…

Fue el polvo más delicioso de mi vida, junto con otros que echamos los días posteriores, creí que me moría con este segundo orgasmo que era como el padre de todos los orgasmos, tuve multitud de contracciones vaginales, balanceos de pelvis y gritos interminables.  Esa corrida debió durar como 5 ó 10 minutos.  Él me aseguró que había tenido lo que había estado cohibiendo toda mi vida por mi mojigatería, el multiorgasmo más increíble de mi vida.

Posteriormente he vuelto a tenerlos, no tan intensos, con él y con mi marido, ya recuperado de su problema.  Incluso he aprendido a masturbarme yo sola… y en ocasiones, tras haberle confesado a mi marido mi infidelidad me han follado los dos a la vez… impresionante experiencia que me ha hecho tener hasta 5 orgasmos en un solo encuentro.

 

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